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La cumbrecita del terror

“Estoy segura de que esa intuición primera –el hilo que entrelaza a mi familia en Auschwitz, la migración nazi y la dictadura argentina– me trajo a este pueblo en la cumbre como lo hizo con ellos”. En un asalto de lucidez, Julia, una joven que tiene “raptos” en los que se les presentan episodios o personas de otros tiempos, comprende el motivo de su viaje a La Cumbrecita y en dos líneas resume la trama de Si no fuera por este pulso, la fascinante novela del porteño Axel Levin que cruza nazismo, dictadura y fantasía. La espesura del monte cordobés oculta aquello que permanece tapado desde hace muchos años y si la abuela a la que no conoció visita a Julia en ensoñaciones insomnes, la aparición es menos fantasmagórica que real: no está muerta ni viva.

 

Una novela fascinante que conjuga nazismo, dictadura y fantasía en la espesura del monte cordobés.

 

A mitad de la noche, al lado del ventilador de pie, la abuela se detiene junto a la cama de Julia y le dice sólo dos palabras: “La Cumbrecita”. Así empieza la aventura (“ese fue el principio del viaje y el fin de la pareja”) que se distancia del tema típico de la literatura actual, el regreso al pueblo y el reencuentro con uno mismo y blá, para explorar una fábula con raíces históricas: Julia descubre que sus abuelos no murieron sino que “desaparecieron” y en la búsqueda se topa con una organización neonazi, rituales esotéricos, la fórmula de la juventud, un ninja blanco y una espiritualidad de souvenir que dejaría verdes de envidia a los vecinos de Capilla del Monte. La novela ganó el Premio Nuevos Narradores Fundación Mediterráneo en España y desde acá se alienta la compra de sus derechos por alguna productora fondeada. Como se dice ahora, es cine.

 

“No hay nada más fantástico que la realidad”, dijo Levin en una entrevista: acá, Los niños del Brasil se cruzan con La muerte le sienta bien en una novela que podría disfrutar Stephen King y el escenario es uno de esos pueblos argentinos que primero acogieron a los nazis en fuga y después fueron asilos para las organizaciones de izquierda setentistas o centros de detención a cielo abierto (“el mensaje fue: ‘Escóndanse, reagrúpense y avancen’”). Antropólogo social, Levin hilvana una trama vertiginosa que serpentea a través de la herida argentina desde el género fantástico: como dijo el escritor Luis Mey, con quien el autor hizo una clínica literaria, “la historia, como ciencia, es el monstruo de esta novela”. El relato no sólo es verosímil sino bastante verídico. En un viaje a Córdoba, Levin pudo ver elementos de los nazis que llegaron después de la guerra, como cascos, armas o emblemas, y supo que se creó una religión con rituales propios que pudo extenderse allí donde hayan llegado los seguidores de Hitler. La joven Julia, heroína de Si no fuera por este pulso, actúa como médium entre épocas y cataliza experimentos y tradiciones al destapar aquello que la promoción turística esconde del folletito: el pueblo de los malditos.

 

El círculo vicioso de la violencia se encarna en la familia donde la abuela se conecta con la nieta a través de unas habilidades sobrenaturales que se saltean una generación y no deben dar miedo ni vergüenza. La moraleja es personal y política: “Con lo que tenemos o nos toca a cada uno, algo hay que hacer”. Entre neonazis, brujos, ninjas y fantasmas, la novela lleva al lector hasta una cota alta de inquietud: la cumbrecita del terror.

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.