Como el café, la Guerra Fría sigue caliente. El rusiano es el nuevo café que se intenta imponer en Moscú para combatir la hegemonía del café americano. Todo empezó con un comentario de Dmitry Medvedev, el primer ministro de Rusia, durante una reunión con los líderes de Eurasia. El funcionario, íntimo de Putin, reprendió a un participante que había pedido un café americano. Para el jefe del gobierno ruso, el nombre de la bebida “no es políticamente correcto”. Y exigió: “¡Rebauticémosla!”. Un miembro de la delegación armenia no tardó en dar con el nuevo nombre: “¡Rusiano!”. Pero aquello no quedó en un simple episodio chistoso porque, obsequiosos con el gobierno, varios restaurantes rusos eliminaron de sus menús el café americano.
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La era del café "rusiano"
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