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Pet Shop Boys: la libertad está bajo amenaza

Una calentura primaveral o las penurias de un patasucia en el aeropuerto de Heathrow: la misma letra podrá ser melodrama o panfleto. “Me gusta mezclar lo blando con lo duro”, le confiesa al Sí! Neil Tennant, el Pet Shop Boy que habla. “Lo blando sería la relación entre dos personas y lo duro, la política: siempre encuentro paralelos entre lo íntimo y lo social”. Mientras Green Day necesita la sutileza de una granada para decir algo sobre los tiempos que corren, y algunos creen que “política” es sacarse fotos con un pobre, para los Pet Shop Boys es “político” titular un disco Fundamental en épocas de fundamentalismos (la edición especial viene con un disquito de remixes llamado, sí: Fundamentalism). “El significado original del término ‘política’ es ‘compromiso social‘”, aclara Neil desde su casa en el norte de Inglaterra, días antes de viajar a la Argentina. “Y nuestra vida sentimental también es una forma de compromiso público”. 

Con dosis parejas de melodrama y compromiso social, los Pet Shop Boys y su disco más “político”, donde resumen la paranoia de una época fundamentalista.

Si La Reina no es una película sobre una monarca impasible sino sobre un pícaro primer ministro, el hit I’m With Stupid no habla sólo de un romance anónimo, aun con su retórica amorosa: “Te vi en la TV/ te llamo todos los días/ vuelo a través del océano/ para dejarte tomar tu camino/ nadie entiende/ de dónde vengo yo/ por qué estaría con alguien/ que es obviamente tan tonto”. Sin nombrar a los amantes, podría ser una sátira mordaz sobre la relación entre George W. Bush y Tony Blair, desde el punto de vista del suplicante inglés.

—La letra se pregunta quién de los dos es el estúpido. Porque el consenso general es que el estúpido es Bush pero, si Bush es tan estúpido y Tony Blair tan vivo, ¿cómo es que Blair hace lo que quiere Bush y no al revés? Una cosa que aparece en mis canciones es la idea de que nada tiene una salida fácil: cuando todos piensan lo mismo, seguramente hay algo que no está bien.

—¿Fundamental es el disco más político de Pet Shop Boys?

—Nuestra música de los ’80 era bastante política también: gran parte de ella era una reacción al gobierno de Thatcher. Pero ahora, el tema probablemente sea la pérdida de la libertad que estamos viviendo como respuesta a la guerra contra el terrorismo. Los británicos tenemos más cámaras de vigilancia que cualquier otro país del mundo y más personas presas que cualquier otro país de Europa. La libertad está bajo amenaza y nos estamos convirtiendo en un estado policial. Esa es la esencia del álbum.

—¿Allá también se terminó la fiesta?

—Debemos proteger nuestras libertades. Psychological, el primer tema del disco, plantea si el miedo es real o algo que uno imagina, como en una película de terror: a algunas personas les divierte que las asusten y por eso van a los parques de diversiones y hacen cosas que les dan miedo… La canción The Sodom and Gomorrah Show trata sobre la forma en que se dan las noticias: las presentan como un entretenimiento emocionante y terrorífico, en vez de hacerlo de una manera racional. Y eso es fascista. 

—¿El disco resume la paranoia actual?

—Eso es lo que siempre tratamos de hacer: captar el clima de la época, y éste, por supuesto, incluye mucha paranoia. Parte de esa paranoia se justifica pero vivimos en una época muy tensa…

—¿Te considerás un cronista social?

—Un poquito. Creo que todos los compositores de canciones pop son un poco cronistas porque informan lo que pasa a su alrededor, en lo personal y en una escala más amplia. Trato de que una canción pueda interpretarse como política o como una de amor. El tema Twentieth Century habla de la política del siglo XX, donde todo pasó por tener una gran idea, como el socialismo, el comunismo o el fascismo, que supuestamente iba a solucionar el mundo. Pero a la vez podés escucharla como una romántica.

—Ahí decís que a veces la solución es peor que el problema. ¿Esa es tu visión del mundo? ¿Sos pesimista?

—No, creo que soy realista, algo que a veces podría interpretarse como pesimismo. Lo que pasó en Irak fue mucho peor que el problema original.

—Bueno, quizá la pregunta correcta sería: ¿hay razones para ser optimistas en este momento?

—Yo quiero ser optimista. Vivimos en una época muy difícil pero, si analizás la historia del mundo desde 1970, vas a ver que hubo una mejora. El monolítico bloque soviético estaba en su momento de máximo poder, España y Portugal eran dictaduras fascistas, casi toda Latinoamérica estaba bajo distintos tipos de dictaduras militares, había guerra en Vietnam… Si miramos el panorama general, hay espacio para el optimismo porque gran parte del mundo está mejor.

—Este año se cumple el 25º aniversario de la guerra de las Malvinas. ¿Qué podrías decir sobre eso?

—Ustedes tenían un dictador, el general Galtieri, que hizo algo que hacen los dictadores cuando sienten que su poder se está debilitando: emprender una aventura militar para unir al país tras de sí. De hecho, su derrota desembocó en su salida del poder y puso a la Argentina en el camino de regreso a la democracia. Es decir, que tuvo un efecto positivo. Pero me parece que es imposible reconciliarse con el hecho de que tantas personas hayan muerto en esa guerra. Esa es la horrible verdad sobre Malvinas.

—¿Viste la película La Reina?

—Sí, pero creo que más bien es casi una comedia para la TV. Esa época de la historia británica (la de la muerte de Lady Di) es una muy buena idea para una comedia, con ese estallido de emoción ligeramente nauseabundo aunque, también, sincero.

—Creo que la película es más sobre Tony Blair que sobre la reina…

—Es una idea interesante. El sale bien parado. Blair es vivo: sabe que una institución tiene que cambiar para poder sobrevivir.

—¿No te gustaría ser primer ministro?

—Eso puede empezar bien y volverse complicado, pero siempre quise ser ministro de Relaciones Exteriores. ¡Creo que habría sido muy bueno para la diplomacia!

Publicado en Clarín, marzo de 2007

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.