¡Dame, dame, dame! Si la canción original de ABBA pide que la lleven a través de la oscuridad hasta el amanecer, en esta versión de Gimme! Gimme! Gimme! las tinieblas son aún más profundas: tan oscuras como el metal escandinavo. El último grito del pop lo dan los cinco integrantes de Amberian Dawn, un grupo finlandés que se reencarna como la nueva iteración de ABBA: una versión metálica de las canciones que hace cuarenta años conmovieron al mundo (como Super Trouper o Mamma Mia, entre otras) y que llegaron a esta época en un sinfín de variaciones.
Los temas que hace 40 años conmovieron al mundo siguen sonando en un sinfín de variaciones: la nostalgia es una de las emociones más representativas de nuestra era.
Recién editado, el disco Take a Chance: A Metal Tribute to ABBA tiene bastante en común con la obra original, más que nada: el candor en las voces de la cantante Päivi “Capri” Virkkunen, con evidentes reminiscencias a los agudos de Agnetha Fältskog y Frida Lyngstad, y los cuidadísimos arreglos sinfónicos (un álbum anterior de la banda fue grabado en los estudios en Estocolmo de Benny Andersson, el cerebro de ABBA junto con Björn Ulvaeus, así que puede suponerse su bendición). La obrita es otra evidencia de que la nostalgia es una de las emociones más representativas de nuestra era, la demencia colectiva de una sociedad global que demanda los consumos culturales de un pasado cercano, idealizado como un tiempo mítico de inocencia y bondad; la nostalgia ayuda a recuperar cierta sensación de control: es la más reaccionaria de las emociones (otro ejemplo: el mismo Andersson reveló que el concierto de hologramas que muestra sobre el escenario a los músicos de ABBA como si fueran jóvenes agotó 380 mil entradas antes aun de haberse estrenado). El mito del eterno retorno supone un dilema muy actual: la nostalgia pandémica puede ser el síntoma de un malestar generalizado o la fuerza dinamizadora de un consumismo de reciclaje. Ya lo dijo Vladimir Nabokov, el genio que en el exilio norteamericano nunca pudo superar la nostalgia por su Rusia natal: “En nuestro propio pasado siempre nos encontramos como en casa”.
En Amberian Dawn, su fundador Tuomas Seppälä es un guitarrista y tecladista virtuoso que toca el piano desde los cuatro años. Si el metal oscuro escandinavo es un género en sí mismo, acá se cruza con el pop de manual y cierra fronteras entre Finlandia y Suecia, dos países nórdicos que dieron mucho a la música popular universal (desde HIM y ABBA hasta Spotify). Siempre adelantados, los nórdicos ahora también se rinden al pasado y es inevitable que, al escuchar el falsete de “Capri”, uno lance la pregunta al aire: “Chiquitita, dime por qué”.