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La orquesta roja sigue dando la nota

En el mundo secreto del recontraespionaje, al jefe de una red de espías se lo llama director de orquesta porque es alguien que coordina la interpretación de sus instrumentistas y entre todos ellos hay un solista de especial importancia, el que transmite los mensajes: el pianista. Será por radio o por internet, no importa, pero al aparato le dirán caja de música. Así suena La orquesta roja, el fenomenal libro que el francés Gilles Perrault escribió en 1967 y que acaba de ser reeditado acá, con vida y obra del espionaje soviético durante la Segunda Guerra Mundial: un prodigio de aventuras inagotables y un documento de época, el libro perfecto para leer con el regreso de Rusia al teatro de operaciones.

 

Una obra capital de la literatura de no ficción junto con Operación masacre, de Rodolfo Walsh, y A sangre fría, de Truman Capote.

 

La fachada: una importadora de abrigos impermeables. La verdad: una red de quinientas emisoras de radio desde las cuales distintos “pianistas” transmitían información en código hacia Moscú y la compartían con Londres (en fin, con los Aliados que pudieran hacer mella contras los nazis). Después de una investigación minuciosa hasta la locura, Perrault, hoy un venerado periodista y escritor de 91 años, concibió su obra maestra: el ladrillo de 636 páginas que condensa las mil y una de la orquesta y su director, Leopold Trepper (u Otto o Domb o Gilbert o Eddy o René o Bauer, según el alias que usara), un hombre del que se dijo: “Él solo ganó la guerra; su actuación le costó 200 mil muertos a Alemania”. Maestro del secreto y el disimulo, llegó a obsesionar al mismísimo Hitler, que escupió en uno de sus arranques de ira: “Los bolcheviques son superiores a nosotros solo en el campo del espionaje”. Aun con su abrumadora cantidad de nombres y episodios, o acaso por eso mismo, La orquesta roja es monumental: narrada con el vértigo de una novela de aventuras, es una obra capital de la literatura de no ficción y ocupa el podio con los dos libros creadores del género que la precedieron, Operación masacre, de Rodolfo Walsh en el 57, y A sangre fría, de Truman Capote en el 65. La lectura puede resultar farragosa; lo que queda es la más maravillosa música.

 

“Un espía es incoloro, inodoro e insípido”, escribe Perrault: “Forzosamente es un experto en su arte (si no lo fuera no se escribiría sobre él): es, pues, el Hombre Invisible”. Bien afinada, La orquesta roja imprime en negro sobre blanco la partitura jamás tocada de aquellos ignorados por los manuales de texto y revisa la historia de la Unión Soviética, el país que produjo los mejores espías del mundo justo cuando, en el concierto de naciones, Rusia quiere volver a dar la nota.

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.