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La revolución de una vida desintoxicada

Agua, glicerina, salicilato de 2-etilhexilo, nicotinamida, dimeticona, alcohol desnaturalizado, octocrileno, avobenzona, isoestearato de isopropilo, ácido fenilbencimidazol sulfónico y otras cuarenta sustancias, algunas con nombres tan atemorizantes como ácido esteárico o dióxido de titanio: es de lo que está hecha una crema hidratante típica. “¿Alguna vez has soñado con aplicarte en la cara derivados del petróleo y la silicona, con un toque de varias de las partículas antiadherentes de tu sartén y un chorrito de compuestos disruptores endocrinos y pensar ‘qué rico’?”, se pregunta con sarcasmo la activista social australiana Alexx Stuart en su libro Vida Low Tox, recién publicado acá. Es un manual para llevar una vida desintoxicada en cuatro aspectos importantes (cuerpo, hogar, comida y mente) pero más que nada es un producto de su época: el comienzo de una reacción, aún tímida pero decidida y persistente, contra los mandatos del hiperconsumo.

 

“Un mundo que recompense lo bueno y verdadero por encima de lo brillante y nuevo”, es lo que propone Stuart al comienzo del libro “Vida Low Tox”.

 

¿Maquillajes compuestos con tolueno, un derivado del alquitrán que puede provocar anemia, disminución del recuento globular y daños hepáticos o renales? ¿Colchones fabricados con trióxido de antimonio, cloruro de vinilideno o borato de cinc, todas sustancias cancerígenas? Unas anginas incurables con la alopatía tradicional llevaron a Stuart a descubrir un mundo: el de las cosas sanas y naturales que pueden reemplazar (con mucho ingenio, eso sí) casi todo lo que compramos sin pensar. “Y con un presupuesto insignificante”, agrega. El anhelo es vivir una existencia baja en tóxicos, lo cual sería más fácil y barato de lo que parece: agua, vinagre y canela como reemplazo del limpiavidrios o media frutilla fría como máscara facial purificante. “Éste es un viaje de curiosidad y de despertares hacia mejores elecciones para nosotros mismos y para el planeta”, escribe Stuart y de su lectura se desprenden preguntas que parecen banales pero son vitales. ¿Podemos lavarnos el pelo con jabón natural en lugar de champú? ¿Nos cuesta tanto cargar con una bolsa de tela para usar menos plástico? ¿Necesitamos cambiar el teléfono todos los años?

 

“Un mundo que recompense lo bueno y verdadero por encima de lo brillante y nuevo”, es lo que propone Stuart al comienzo de Vida Low Tox. Si la idea revolucionaria es abordar el cambio de costumbres con una mentalidad de descubrimiento y no de privación, ya mismo me pongo a leer los ingredientes del dentífrico que uso todos los días (¡laurilsulfato sódico, glicerina, triclosán!) y me unto los dientes con aceites de coco, menta y clavo. Sabe bien.

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.