La última revolución rusa es la del café: el consumo subió desde 750 millones de dólares en 2001 hasta 2.500 millones en 2011. Hace unos años, el primer ministro Dmitri Medvedev dijo que el Americano, el tradicional café alargado con agua caliente, no era bienvenido, acaso como resabio de la Guerra Fría, y propuso que se tome el Rusiano. El pueblo respaldó la idea. Moscú se subió a la Tercera Ola del café con una enorme cantidad de cafeterías de especialidad que sirven espressos, flat whites o cappuccinos, bebidas que eran difíciles de encontrar en la capital. Y a tono con las necesidades de los trabajadores portátiles también se imponen las cafeterías donde se paga por hora y no por consumo, para brindar refugio y wi-fi a los que trabajan por la calle en medio del frío.
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La revolución rusa del café
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Nicolás Artusi
Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
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