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La serie más moderna de la TV cumple 40 años

“¡He prometido ser un hombre honesto!”: después de cuatro años y algunos días, Franz Biberkopf sale de la cárcel y se propone empezar una existencia nueva en Berlín, una ciudad enorme donde viven miles y siempre hay lugar para uno más. Pero la mala vida es insistente. Así empieza Berlin Alexanderplatz, la serie que cambió para siempre la televisión: esta semana se cumplen cuarenta años de su estreno y aun así continúa siendo revolucionaria, acaso porque se inspira en la novela del escritor alemán Alfred Döblin que fue comparada con Ulises por su munición de monólogos interiores, cambios de punto de vista, collages intertextuales y distintos niveles de lenguaje. Y aunque se diga que fue la serie más influyente de la historia, su temática es una parábola de esta época: racismo, inmigración, diversidad sexual y capitalismo desalmado.

 

La enorme “Berlin Alexanderplatz” fue un hito revolucionario: ¿la primera gran serie de la TV o una película de quince horas?

 

Una película de quince horas en trece episodios y un epílogo: así la presentaba su director, el genio Rainer Werner Fassbinder. Se entiende: entonces la televisión no gozaba del prestigio que le dieron Los Soprano, Mad Men o Breaking Bad pero él ya quería terminar con “esa porquería de las series televisivas y dar a conocer al gran público el arte literario”. En algunos países se exhibió en una maratónica y fatigosa función cinematográfica con un solo intervalo. Sin embargo, en octubre de 1980 el canal alemán WDR lo puso en el aire como lo que era, el primer intento de convertir la televisión en el octavo arte o un ejemplo virtuoso de lo que pueden lograr las tan reverenciadas televisiones públicas europeas, que en esos tiempos tuvieron programas dirigidos por otros maestros como Roberto Rossellini, Orson Welles o David Lynch. En los trece episodios y un epílogo de Berlin Alexanderplatz, que están en YouTube con subtítulos en español, la Berlín de 1928 que redescubre Biberkopf al salir de la cárcel es sombría y ominosa: en las vísperas del ascenso del nazismo, el anhelo de “ser un hombre nuevo” exige más que el triunfo de la voluntad.

 

Después del estreno, la crítica del diario Bild Zeitung dijo: “Es una orgía de violencia, perversión y blasfemia”. La imagen de Alemania que reflejaba la serie era intolerable: Fassbinder recibió amenazas de muerte y tuvo que esconderse en Munich custodiado por guardaespaldas. Su prematuro fallecimiento, dos años después por una sobredosis, daría por concluida la intifada moralista y dejaría sin cumplir uno de sus mayores sueños: crear un Hollywood alemán, “una factoría de películas hermosas y accesibles como las estadounidenses, pero menos falsas”.

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.