El cálculo es más o menos así: de los siete mil millones de humanos que éramos hasta no hace tanto tiempo, seis mil millones son personas tranquilas y sin pretensiones pero otros mil millones son unos gritones con temperamento dominante. El problema es que esta minoría llama demasiado la atención al imponer el ruido y la ostentación como lenguajes hegemónicos. Para aquella mayoría oprimida, el artista y activista londinense Hamja Ahsan sueña con una utopía: en su libro-manifiesto Tímidos radicales (ojo: radicales como partidarios de reformas extremas, no como los de acá, que son relativos) propone crear una república para todas las personas introvertidas, un país imaginario cuyo himno sea el sonido de un caracol marino y adonde no lleguen los gritos de la tribuna de Gran hermano ni la imposición de la selfi con boquita de pato.
El libro Tímidos radicales propone una sublevación de los introvertidos frente a la dictadura del exhibicionismo.
“La República Popular Tímida de Aspergistán es un estado pan-timidista independiente, que representa los intereses de todos los pueblos del Espectro Tímido, Introvertido y Autista, de aquí en adelante denominados Aspergistán”, escribe Ahsan, que propone fundar su nación en la provincia fronteriza del noroeste de Pakistán y sus regiones semiautónomas, las cuevas y regiones montañosas de Afganistán (excepto Kabul) y la República Islámica de Irán (excepto Teherán). El flamante paisito estará regido por la Shyria (un juego de palabras entre el término inglés shy, o tímido, y la Sharía, o ley islámica) y la contemplación meditabunda, la soledad reflexiva y la compañía íntima estarán garantizadas por la Constitución. Como en la irreductible aldea gala de Asterix, allí se combatirá ya no a los romanos majaretas sino a la tiranía de la sonrisa impostada, el orgullo estridente y el culto a la exhibición.
En Tímidos radicales, Ahsan despliega un originalísimo cuerpo de documentos que funcionan como sátira de los elementos constitutivos de un Estado-nación: un borrador de Constitución, una cantidad imprecisa de comunicados oficiales, una entrevista a una presa política (pionera en la organización de unas Panteras Negras de la clase introvertida), una lista de películas que apoyan la causa de la timidez y una descripción de los mitos fundacionales que cualquier país necesita para establecer unas bases sólidas. Todo falso, claro; pero verosímil. Con el tono bautismal del Manifiesto del partido comunista o el Discurso de la servidumbre voluntaria, esta proclama paródica también se lee como una crítica contra la cultura dominante en Occidente y su creciente islamofobia, en tanto trate de imponer el hashtag #introfada (en lugar de intifada) y tenga que aclarar: “Tímidos radicales no es una organización terrorista… el terrorismo siempre es ruidoso”.
El supremacismo extrovertido tiene muchos canales de expresión: los realities de la familia Kardashian, los programas de entrevistas al estilo Oprah Winfrey, los concursos de karaoke tipo Pop Idol, los grandes acontecimientos deportivos y los shows enfocados en el estilo de vida de ricos y famosos. A todos ellos, Ahsan les dice que están exterminando el derecho a la vida introspectiva. Y a los ratones de biblioteca, los otakus, los hikikomoris, los melancólicos, los reservados y los hostigados… ¡uníos! Si el mundo no está hecho para ellos, un país los recibirá con brazos abiertos.
Publicado en La Nación