La historia ilustrada del vicio permitido.
Aun con la guayabera blanca, el sombrero de paja y la mula Conchita, Juan Valdez nació en plena Madison Avenue, en el recoleto corazón de Manhattan. En 1959, los cafeteros de Colombia le encomendaron a la agencia de publicidad DDB la creación de un personaje que fuera amigable para los consumidores y que tuviera un nombre que los gringos pudieran pronunciar. La campaña fue un éxito sin precedentes. En sólo cinco meses, el 87 por ciento de los estadounidenses reconocía a Juan Valdez como “un hombre de confianza”. Desde entonces, fue un emblema del café colombiano y, aunque se proponía como un ícono nacional, en realidad era un personaje ficticio: aunque se presentaba como un caficultor auténtico, lo representaba el actor José Duval, que jamás había pisado una finca cafetera y era cubano.