La historia ilustrada del vicio permitido.
En marzo de 1971, tres amigos universitarios fundaron un pequeño despacho de café en el mercado Pike Place de Seattle y lo bautizaron en homenaje a un personaje de Moby Dick. Pronto contrataron a Howard Schultz, un empleado que se quedaría con la compañía y que, después de un epifánico viaje a Milán, adaptaría el espresso al gusto de los yanquis y daría los itálicos nombres de “alto”, “grande” y “venti” a sus nuevos vasos de cartón. Cuatro décadas más tarde, Starbucks es la mayor empresa de café del mundo, con casi 21 mil tiendas. La ola verde se convirtió en un tsunami.
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