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Viejos son los trapos y otros mitos anticuados

“Cumplir años es obligatorio; envejecer es opcional”: el aforismo de una gran diva argentina (ella: 79 años asumidos) resume un mantra muy actual. Mientras la expectativa de vida se estira cada vez más se impone una pregunta de época: ¿cómo sacar partido de estas existencias más longevas? Y si la conquista del orgullo gay, gordo, negro o de cualquier otra minoría fue el cambio social más revolucionario de nuestro tiempo me animo a pronosticar: se viene el orgullo senior. La publicación de Elogio de la experiencia, el nuevo libro del periodista escocés-canadiense Carl Honoré, que antes había develado las ventajas de la vida slow, pero también otros productos culturales (el maravilloso newsletter semanal Viejo smoking, donde Cecilia Absatz describe con ironía y dulzura los pesares y disfrutes de la tercera edad, o el libro Revolución Senior, donde Sebastián Campanario explora el novedoso auge de la generación +45), anticipan el próximo derecho a ganar: una reivindicación de los valores de la madurez.

 

Se viene la revolución de la longevidad: el envejecimiento será un privilegio y no un castigo.

 

Si Giuseppe Verdi estrenó su ópera Falstaff a los 79 y Frank Lloyd Wright terminó el museo Guggenheim de Nueva York a los 91, ¿por qué nos angustia tanto la idea de envejecer? “El culto a la juventud es una de las obsesiones más recurrentes de nuestra sociedad”, escribe Honoré: “Se da la paradoja de que hoy en día, cuando alcanzamos cotas de longevidad antes impensables y con una alta calidad de vida, hacerse mayor, antaño sinónimo de respetabilidad y experiencia, ha adquirido valores peyorativos”. En trescientas páginas de testimonios inspiradores, más cerca del periodismo de fenómenos que de la literatura de autoayuda, Honoré registra los primeros pasos de lo que será un gran movimiento: considerar el envejecimiento un privilegio en lugar de un castigo. La revolución de la longevidad necesita un estímulo individual (abandonar las ideas sombrías sobre el paso del tiempo) y un cambio colectivo: llegará el día en que decir “¡viejo de mierda!” será tan inaceptable como insultar a alguien por una limitación física o una creencia religiosa.

 

Cumplir años dignifica (si no sucede, entonces sí preocúpese: usted está muerto). Las revistas dicen que “los 60 son los nuevos 40” como si llegar a los 60 fuera algo que se debería evitar y no algo a lo que aspirar. Mientras la medicina siga avanzando, pasaremos más tiempo de nuestras vidas siendo viejos que jóvenes. Pero alégrese porque, como dice una experta en gerontología en el inspirador Elogio de la experiencia, “lo bueno del asunto es que nunca hubo una época mejor para ser un adulto de edad avanzada”.

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.