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Washington, 1914: el instantáneo va a la guerra

La historia ilustrada del vicio permitido.

Se llamaba George Washington, era belga pero vivía en Guatemala y fue una clase diferente de prócer: en 1906, patentó la fórmula para disecar café y conservarlo en un frasco, al que sólo hiciera falta agregarle agua caliente. No fue un éxito instantáneo. Pero el estallido de la Primera Guerra Mundial alumbró una fortuna entre tanta tragedia: el ejército de los Estados Unidos compró toda la producción de Washington e incluyó el café instantáneo entre las provisiones que recibía cada soldado. Ya con la paz, los combatientes llevaron la costumbre a sus hogares. Y con la Segunda Guerra Mundial, se consolidó el furor: el café brindaba una sensación de hogar en las trincheras.

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.