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A leer contra viento y marea

Es un recurso facilón para el periodista perezoso preguntarle a un escritor por el libro que se llevaría a una isla desierta. Si a la lectura se la compara con el vagar errante de una canoa en las aguas de un mar calmo, con aguas poco o muy profundas, para el dilema no hay respuesta mejor que la del muy cínico G.K. Chesterton: “Nada me haría más feliz que un libro titulado Manual para la construcción de lanchas”. Es que el mar está en el corazón de la narrativa universal, desde los remotos La odisea de los griegos o las Eddas de los nórdicos hasta los Piratas del Caribe de Disney. Por eso se celebra, con el ánimo espumante con que se bota un barco, la publicación de Abordajes literarios, una antología de cuentos maravillosos sobre el mar: una lectura veraniega para el que añora las olas o el que retoza pacífico en el Atlántico.

 

Una antología de cuentos marinos: textos escritos por los mayores escritores de todos los tiempos fascinados por el mar.

 

“La historia de la literatura universal -postuló Borges- no es sino la historia de la diversa entonación de unas pocas metáforas”, escribe el compilador Juan Bautista Duizeide, de quien se nos informa que nació en Mar del Plata, que vive en una isla cercana al Tigre y que fue piloto de buques: “Acaso la más antigua de esas pocas metáforas sea la que vincula vida humana y aventura marítima: la navigatio vitae, que considera la existencia como navegación, como peregrinaje a través de un ámbito de máxima inestabilidad, a merced de sus criaturas, de sus tormentas y de sus calmas no menos peligrosas”. Como en toda experiencia vital, el peligro es el naufragio. Pero en los cuentos de Abordajes literarios, escritos por Tolstói y Stoker o por Saer y Bradbury, entre otras decenas de autores célebres, la recompensa es la misma que espera a un marino aventurado: el encuentro con lo desconocido. La narrativa de mar resume la esencia del viaje del héroe y siempre incluye una alegoría de la transformación en la que el protagonista parte del centro a la periferia y regresa cambiado: le pasó a Ulises hace más de dos mil años y a un porteño fácilmente influenciable al que una quincena sin internet en Cabo Polonio le cambió la vida. 

 

La navegación vital ofrece una promesa de mundos ajenos y la posibilidad de encontrar otras maneras de vivir siempre que se leven anclas de la rutina y se suelten los amarres de la inmovilidad de lo familiar o de la tierra firme de la costumbre. La lectura de estos cuentos acuáticos puede ser un sacramento bautismal. Ese es mi deseo: que el año nuevo lo sorprenda con la mente vagando por mares desconocidos en el estado de gracia para la unción de nuevas ideas, a la deriva.

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.