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El arte como un reloj que adelanta

Lenta violencia: el académico sudafricano Rob Nixon así define la época que vivimos, un tiempo en el que la brutalidad no se advierte a simple vista y ni siquiera se percibe como tal. El mundo se debate ante dos peligros concretos (la debacle ambiental y el control digital) y aunque nosotros vivamos encandilados por la distracción o la zoncera, ¿puede el arte volver visible aquello que nos amenaza? Eso es lo que se pregunta, y responde, la crítica cultural Graciela Speranza en Lo que no vemos, lo que el arte ve, un revelador ensayo recién publicado que revisa algunas manifestaciones de las artes visuales, la literatura o el cómic que advierten el estado de situación mientras nos hundimos lentamente en un océano de plástico. 

 

Un revelador ensayo sobre las obras de arte que permiten interpretar el presente y augurar el futuro.

 

“No me interesan el cine o la literatura que pintan catástrofes espectaculares: el futuro no dependerá de una megaexplosión solar o de una invasión extraterrestre, las amenazas son más próximas y están en el día a día”, me dice Speranza durante una conversación televisiva y yo comparo el momento actual con la fábula de la rana en la cacerola que no advertirá el calentamiento progresivo del agua hasta que el hervor sea fatal. El armagedón no será un evento fabuloso como lo pintó Hollywood: el apocalipsis es progresivo. Acaso mandatada por la fatalidad de su apellido (“las respuestas son esperanzadoras”), ella buscó ejemplos en que el arte ya es capaz de advertir el cambio de temperatura. “Desde siempre tengo la convicción de que el arte puede ver más allá y dar consistencia material a lo que imaginamos, al presente y al futuro”, dice y enumera: en la urgencia por toparse con respuestas, encontró en las reconstrucciones del grupo Forensic Architecture, las cartas de Karl Ove Knausgård y las viñetas del cómic Sabrina, entre muchos otros, ejemplos inspirados (e inspiradores) del arte como linterna mágica para un tiempo de tinieblas en el que paradójicamente nos dejamos cegar por luces LED o pantallas titilantes. Solo hay que regalarse el tiempo y permitirse la atención de la observación. “En general, el arte y los libros no dicen demasiado en la primera mirada medio idiota que se posa sobre ellos”, concluye Speranza: “Este libro propone detenerse, observar las obras y dejar que hablen”.

 

Quienes aparecen en Lo que no vemos, lo que el arte ve tienen mucho para decir porque el arte es un reloj que adelanta, probablemente la única disciplina de la virtud humana que puede dar entidad visible a las metáforas. Y si es cierto que el arte de ayer nos dice muchas cosas del hoy, el mañana no será tan sorprendente: bien mirado, ya está escrito. 

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.