“Un cortado es un café espresso con una pequeña cantidad de leche caliente para reducir la amargura”. Punto. En su descripción clínica, nada que sorprenda a un bebedor español o latinoamericano. Y mucho menos a un argentino, donde el cortado es una antigua institución cafetera para disimular el mal gusto del café que se toma en los bares de viejos. Pero en los Estados Unidos es toda una novedad. El territorio del latte en vasotes de cartón está abrazando de a poco el cortadito en pocillo de porcelana: las cafeterías más enteradas de Nueva York (como Birch, Bowery o Gimme Coffee) lo ofrecen así, en español. Pida “un cortadou” y será interpretado.

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El cortado, furor en Manhattan
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