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El viejo truco del test psicológico

Imagine que está entrando en un bosque. ¿Hay luz o está oscuro? ¿Ve un camino? Comience a andar por el bosque. Ve una taza. ¿Qué aspecto tiene? ¿Qué hace con ella? De las respuestas podrán interpretarse algunos rasgos de su personalidad: si imaginó un bosque oscuro, es indicativo de su actitud trémula ante el viaje que emprende en este momento de su vida pero si pensó en luz usted podría ser un optimista de corazón. El Test del Relato es apenas uno de los muchísimos que aparecen en Psychobook, un libro revelador recién publicado que muestra el otro lado de la indagación psicológica y que ejecuta la misma clase de traición que El Mago Enmascarado hizo a sus colegas: devela todos los trucos. Si la figura de la taza simboliza la riqueza y su actitud hacia el dinero, para la próxima evaluación en el trabajo pida un café y acaricie con codicia el borde del pocillo: su jefe no podrá negarle un aumento.

“Psychobook” es un libro revelador recién publicado que muestra el otro lado de la indagación psicológica.

Responda sí, no, verdadero o falso a las siguientes afirmaciones: “No me gusta ver hombres en pijama”, “a veces siento miedo sin ningún motivo en particular” y “temo estar enloqueciendo”. ¿Qué dicen de usted sus respuestas? ¿Mucho, poco o más bien nada? “Los tests psicológicos siempre fueron una expresión de poder, desde las premisas coloniales de los antropometristas del siglo XIX hasta el poder pastoral del psicólogo actual”, escribe el historiador especializado en medicina pública  Oisín Wall en Psychobook. Desde la craneometría, una disciplina popular en el siglo XVIII que afirmaba que al medir el diámetro del cráneo era posible determinar la inteligencia de una persona, hasta las manchas de tinta de Rorschach que interpretan al individuo con el rigor académico de un dibujito animado de Tom y Jerry (“¿Ve un gato que grita? A usted le gusta quedar atrapado y resolver las cosas como se presentan”), todos los tests tienen un mismo objetivo normalizador: separar a los raros de la gente común.

No es muy difícil darse cuenta de que conviene ver una mariposa, y no un murciélago, en una mancha de tinta (y cuando le pidan que se identifique con un instrumento musical nunca diga “violín”). El test psicológico sería tan risible como cualquier pseudociencia si no fuera bastante dramático: puede definir una oferta laboral o condenar al débil al chaleco de fuerza. Con ánimo lúdico, conviene leer Psychobook con un lápiz en la mano para que el libro le diga cuáles son los rasgos de su personalidad, pero no le haga más caso que a una revista femenina que le proponga averiguar “cómo es en el amor”: no es raro que los locos tengan la razón y los cuerdos estén locos. 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.