F

Fragmentos de un chat amoroso

Un hombre con su sempiterno siglo veinte a flor de piel cae bajo el hechizo de una mujer del futuro, no porque ella lleve la cabeza afeitada o vista un mameluco metalizado como en las películas de ciencia ficción sino porque tiene como únicas posesiones una computadora y un teléfono y porque vive en el mundo, mientras que él, a quien la tecnología lo exaspera, no sale de su microcosmos. Pero en algún lugar, uno tan preciso aunque etéreo como la sala de Skype donde él aparece con estado invisible y ella bajo la orden do not disturb, se encuentran. Y de esa oposición entre quietud y nomadismo, o presencia y lejanía, se alimenta La mitad fantasma, el nuevo libro de Alan Pauls que más que una novela es un retrato de época: el campo de batalla en el que hoy se libran las guerras del amor.

 

Una novela sobre el ritual sentimental de esta época: ¿es posible o inevitable mantener una relación a distancia? 

 

“¿Estás ahí?”, pregunta ella ante la vacilación de una pantalla traicionera. Él, un cincuentón diletante que vaga por internet comprando cosas inútiles, atiende. Y ella, una treintañera que viaja por Brasil, México o Alemania cuidando casas vacías, en dos días vuelve a llamar. La tensión entre el mundo estático de uno y la idea del movimiento continuo, tan cara a los afanes contemporáneos, de otra se resuelve con un emoji de piquito. Y así, con los rituales de un tipo de relación disciplinada por la tecnología, Pauls compone una taxonomía del repertorio romántico del siglo XXI, como si los Fragmentos de un discurso amoroso, el ensayo seminal de Roland Barthes, se actualizaran como se actualiza una app en la tienda de aplicaciones. Plagada de situaciones cómicas y patéticas, La mitad fantasma comparte con Fragmentos… una estructura de escenas donde se exhuma cada fabuloso malentendido que supone cualquier relación (el fatídico “¿qué me quiso decir con eso?”). Si todo romance deriva de una inequidad, porque no hay nada más mentiroso que lo de la “media naranja” y porque siempre uno de los dos está más metido, aquí el hombre acepta ser invisible aunque en realidad quiera ser visible solo para ella y de ese encuentro, con características de bigbang módico, inevitablemente uno de los dos mundos deberá cambiar aunque eso no signifique perder sino más bien todo lo contrario.

 

Sin distancia no hay relación posible, se dice. Entre ellos se interpone un abismo marcado por la edad, la tecnología y la vitalidad y a pesar de que parezcan demasiado lejanos aparece un punto de encuentro. Conectando… Antes de volver a salir de viaje, ella le regala un kit de pileta que a él, eterno sedentario, lo deja en estado de perplejidad por improcedente. ¿Y entonces él qué hace? Nada. 

 

Publicado en La Nación

CategoriesSin categoría
Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.