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La carta de un hijo a su madre analfabeta

“No necesito leer. Puedo ver y he llegado hasta aquí, ¿no?”. Para la madre, las letras son apenas unas hormigas alineadas sin orden ni concierto. Para el hijo, las letras son una vía de escape y un examen de conciencia. La carta de un hijo a su madre analfabeta es el corazón de la novela En la Tierra somos fugazmente grandiosos, la conmovedora obra debut de Ocean Vuong, que acaba de salir traducida al español por Anagrama. “Tengo veintiocho años, mido uno sesenta y tres, peso cincuenta y un kilos. Soy bien parecido desde tres ángulos y horrible desde todos los demás”, se describe el hijo y le escribe a la madre, una mujer vietnamita que huyó de su país después de la guerra, se mudó a los Estados Unidos y consiguió trabajo como manicura pero nunca aprendió a leer. 

 

“En la Tierra somos fugazmente grandiosos” es, definitivamente, una de las novelas más conmovedoras del año.

 

Si es cierto que un hijo que enseña a su madre invierte la jerarquía natural, y con ella las identidades mutuas, toda la novela tiene el destino de lo revulsivo: en ejercicio de la autoficción, el joven Vuong se confiesa como un marginado por gay, pobre e inmigrante. “No necesito leer”, insiste la madre, que castiga al hijo con un trompazo y él se rebela: escribe. Nacido en Saigón, es considerado el último prodigio de las letras estadounidenses y para su primera novela se inspiró en fuentes tan diversas como Moby Dick, el intento original de crear la taxonomía definitiva de una cosa con prosa literaria, Diario de duelo, la bitácora personal que Roland Barthes escribió durante un año después de la muerte de su madre, y las películas de dibujos animados del maestro Hayao Miyasaki. Como una larga digresión que va y vuelve en torno al pasado y el presente, En la Tierra somos fugazmente grandiosos combina lo bello y lo triste: después de la guerra, la familia de Vuong fue evacuada a un campo de refugiados en Filipinas, el padre fue detenido por agredir a su esposa, la madre emigró a un país que nunca entendió y el hijo fue el primero de su apellido en ir a la universidad (“pese a arruinarlo todo estudiando lengua y literatura”). En la adolescencia aprendió a esquivar los reveses de su madre pero no pudo huir del acoso escolar y en un campo de tabaco conoció el amor físico de la mano de un compañero.

 

Esta carta de 260 páginas subvierte el género epistolar familiar porque el joven Vuong goza de la libertad de escribir al saber que su madre no podrá leer su confesión. Nacido y criado en la cultura del castigo y el silencio, la verdad finalmente lo transformará en un hombre porque “la libertad, me han dicho, no es más que la distancia entre el cazador y su presa”.

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.