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Las ventajas de ser invisibles

¿Qué hacen los hijos cuando los padres no miran? Se drogan, se angustian, se arriesgan, se cuidan y se aman de maneras ásperas, violentas, inapropiadas, ilegales y mortificantes (estos adjetivos no son míos sino del crítico de televisión del diario The New York Times, un señor de cincuenta y pico). Los estrenos de Acid, la película rusa que revolucionó el festival de Berlín y acá se vio online en el Atlántida Film Fest, y de Euphoria, la serie espantapadres de HBO, reflejan un viejo afán de cada época: espiar qué hacen los adolescentes cuando los adultos no los ven. Enfocadas en los muy jóvenes de hoy (sea en Rusia o en los Estados Unidos, las potencias que en el siglo pasado se propusieron como modelos antagónicos de estilos de vida y ahora son muy parecidas), las dos narrativas dialogan entre sí: tras el ácido llega la euforia pero inevitablemente después, el bajón.

Nos fascinan las películas y las series que muestran la adolescencia como una raza exótica con fecha de caducidad.

 

“¿Sabés cuál es nuestro problema, Sasha? El hecho de que no tenemos problemas”, pregunta Pete en Acid, la película que cuenta la amistad entre Sasha y Pete, dos adolescentes de una Moscú con autos de Uber, discotecas multitudinarias y drogas sintéticas pero donde dos varones no pueden besarse en público. “Yo no construí el sistema ni lo eché a perder”, responde Rue en Euphoria, la serie que cuenta la amistad entre Jules y Rue, dos adolescentes de una Los Angeles con teléfonos omnipresentes, alucinógenos de acción rápida y sexo por webcam pero donde la reputación es el bien más preciado. No parecen muy distintos de los pibes de acá: entre días extraños y noches raras, amortiguan las incertezas de un mundo en crisis (“simplemente me presenté un día, sin mapa y sin brújula”, dice Rue, nacida tres días después del 11S). ¿Pero acaso el mundo no estuvo siempre en crisis? La adolescencia es un fenómeno de la posguerra mundial (hasta entonces, se pasaba de niño a adulto sin transición, apenas: con el debut sexual y la muda de los pantalones cortos a los largos) y por eso se la sigue estudiando con vocación entomológica. “Los adultos viven realizando esfuerzos interminables para contener, encauzar y controlar la juventud”, escribió el crítico inglés Jon Savage en Teenage, su monumental historiografía de la creación de la cultura joven.

Nos encantan las películas y las series que muestran la adolescencia como una raza exótica con fecha de caducidad: espiamos su mundo con fascinación. O espanto. Mientras algunos dicen de cada manía adolescente que es el acabóse, otros citamos las palabras de Mafalda ante el estupor de los adultos: “No exagere, solo es el continuóse del empezóse de ustedes”. 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.