Este fue el título de un artículo publicado en The Age, uno de los principales diarios de Australia, y confirma la relevancia social que tiene nuestra bebida favorita en este país de inmigrantes. “No hay nada peor que un café malo. Si terminas una comida sensacional con un café malo, ¿qué es lo que vas a recordar? El café malo. La vida es demasiado corta como para un café malo”, se indigna Giovanni Pilu, un reconocido chef de Sydney que, como todo buen fanático del espresso, tiene raíces italianas. La periodista Rachael Oakes-Ash cuenta las penurias de un viaje por los Estados Unidos y su infructuosa búsqueda de un espresso bien tirado. “Pero nosotros tenemos a Starbucks“, dice que se jactaban los yanquis. Ella: “Pero no tienen la tradición italiana”. En Australia, Starbucks terminó cerrando 61 de sus 85 tiendas, aunque lanzó un blend que supuso sería del gusto local. No funcionó. Aquí y allá el café es la bebida del momento, el combustible intelectual para los hipsters de dos hemisferios: la cafetería australiana Toby’s Estate abrió su local en Williamsburg, Brooklyn, el año pasado, llevando oro negro desde el fin del mundo a las gargantas de los bohemios burgueses y trazando una elipsis: del sur hacia el norte, otro “orgullo” de exportación para Bondi Beach, tan poblada de hipsters que una marca de ropa eligió como slogan el lema “From Brooklyn to Bondi”.
¿Los australianos son unos snobs del café?
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Nicolás Artusi
Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
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