Un buen día, un senhor Garcia y un senhor Rodrigues (ambos con pretensiones de monsieurs) decidieron fundar una petit embajada de París en pleno Leblon, el barrio más afrancesado de Río: Garcia e Rodrigues (Avenida Ataulfo de Paiva 1251) impone mesitas en la vereda y dispone patovicas en la puerta, con la arrogancia del acceso a una discoteca difícil aunque adentro no sea más que un bistró con tienda: como Dean & Deluca pero de inspiración gala, almacén + restaurante + bar donde el café brasileño y la pastelería francesa le roban protagonismo al juguito natural o la hojita verde. Hay un patio central con mesas, al fondo un restaurante de mantel blanco donde chismorrean paquetonas clase Avenida Alvear y, alrededor, mostradores con fiambres, dulces, infusiones y estilo retro que recuerda a Gastronom, la anacrónica tienda de comestibles de GUM, el epicentro del consumo moscovita.
Según la guía carioca de Wallpaper (a esta altura, mi Biblia en formato pocket), se encontrará “todo lo necesario para un refinado picnic” y, con un menú ambicioso, “los chefs han domesticado un poco las recetas francesas, pero siguen teniendo éxito tanto entre los franceses afincados como entre los visitantes”. Ofrecen baguettes, croissants, una amplia selección de vinos y quesos, presumen de sus treinta variedades de pan (ciabatta, brioche, focaccia) y, claro: café. Envasado en coquetos paquetes rojos con su propia marca (a 16 reales el cuarto kilo), es oscuro, ácido e intenso aunque se anuncie como “100% arábica brasileña” y, para la sobremesa, sale con el postrecito que fusiona glamour europeo con rudeza tropical: eclairs (bombitas de masa alargadas de unos 10 centímetros) rellenas ya no con chocolate o pastelera sino con crema de café.
R
Río, día 6: cae la noche tropical

CategoriesSin categoría
Tenés que iniciar sesión para comentar.