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Dormir o mirar, esa es la cuestión

No quiero contarle las costillas, y menos que menos meterme en su bolsillo, pero… ¿tiene idea de a cuántos servicios de streaming está suscrito? ¿Y cuánto paga por ellos? Haga cuentas. Si a fin de mes llega con la billetera exhausta, puede que sufra un síndrome que los estudios culturales ya diagnosticaron: fatiga de la suscripción. Además, en una época en la que el botín mayor es el tiempo de los espectadores, la pregunta es oportuna: ¿cuántos servicios de cine y series necesitamos? Aun con un precio ridículamente bajo, porque el abono a una plataforma cuesta menos que una entrada de cine, una nueva ecología de la atención promueve el ahorro de estímulos.

 

Fatiga de la suscripción: más allá de lo que pagamos, ¿cuántos servicios de cine y series necesitamos?

 

En materia de ocio cultural, caímos en el pecado capital de la avaricia: nos satisface contar con el abono a una plataforma en la cual ver una serie para la que no tenemos mucho tiempo ni tantas ganas (y que podríamos conseguir, ejem, de manera alternativa). “Es posible que empecemos a estar cansados del ecosistema de las suscripciones”, escribió el ensayista Ramón González Férris en el diario español El Confidencial: “No por lo que cuestan sino por el poco partido que les sacamos y, aún más, porque es un gasto que controlamos poco: gente perfectamente responsable en el manejo del dinero y en la asignación de gastos domésticos, simplemente, no nos acordamos de cuánto pagamos y a qué estamos suscritos. Es una sensación irritante”. El banco Barclays definió el fenómeno como “sociedad de la suscripción”: cada inglés gasta por año 620 libras, unos 90 mil pesos argentinos, en plataformas. Sin embargo, ya se siente la fatiga. Este verano se cumplieron diez años de la primera producción original de Netflix, la serie Lilyhammer, en la que un mafioso neoyorquino empieza otra vida en un pueblito noruego. Fue la década ganada: Netflix pasó de 24 millones de suscriptores a 214 millones en 190 países y produjo más de 1.500 series originales. Pero por primera vez en su historia, se estancó en la conquista de nuevos clientes y se derrumbó en la Bolsa. Unos años después de que su creador, Reed Hastings, dijera que su competencia principal es el sueño de los abonados, se impone la sociedad del cansancio. 

 

Entonces, ¿cuántas suscripciones tiene? Probablemente no lo sepa. La fatiga es económica (¡malditos microgastos!) pero, más que nada: intelectual. Agobiados por una cantidad inmanejable de episodios pendientes, y aun cuando nos suene ridículo el término maratonear porque nadie corre sentado en un sofá, llega la hora de irse a dormir. Y cerrar sesión.

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.