En una calle del barrio de Nolita (el barrio que recibe su nombre de una contracción: “North of Little Italy”), la pequeñísima cueva de Gimme Coffee responde a un mandato de la época: “¡Dame café!”. A pocas cuadras de Chinatown y Little Italy, donde las familias de inmigrantes forjaron sus oficios a principios del siglo pasado y hoy persiguen a los turistas para venderles chucherías, ser afroamericano cobra otro sentido: los cafés del mes son los de Ruanda y Etiopía, dos naciones cafeteras que ofrecen sus mejores varietales en granos de origen que se muelen y se tuestan para el paseante admirador de lo exótico.
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Cuando afroamericano significa otra cosa
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