Para los diarios y las revistas de Manhattan, el mejor restaurante del año. Para mí, una experiencia fascinante. Se llama Cosme, queda en el Flatiron District (cerquita del edificio con forma de plancha) y es la última creación de Enrique Olvera, uno de los mejores cocineros mexicanos y chef de Pujol, a menudo reseñado como uno de los veinte mejores del mundo. Cuesta conseguir mesa (¡andá con reserva!), pero una vez adentro, la caja de cemento minimalista se encuadra entre una barra larguísima y una bodega con vinos aztecas. El objetivo de Olvera es mejorar la percepción del público sobre la cocina de su país. Y lo consigue. No hay mariachis ni flores de plástico ni micheladas (aunque yo pedí una, me la prepararon especialmente y… ¡no me la cobraron!). Los picantes, los frijoles y el maíz son los ingredientes básicos de todos los platos, reinterpretados en clave moderna pero respetuosos de la tradición. “Sin una buena tortilla no tendrás un buen restaurante”, es el mantra de Olvera. Las tortillas son gratis, claro. Y acompañan platos extraordinarios, como las carnitas de pato que pedí (el plato insignia de la casa, a 49 dólares, para compartir): llegan en la sartén a la mesa, con una carne macerada durante ocho horas que se deshace con el tenedor y una untuosidad incomparable. El café queda para la próxima: para el final, pedí otra ronda de micheladas. ¡Orale!
M
Más allá del café: Cosme, el restaurante del momento
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