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Una canción de cuna de ocho horas

Si el sueño tuviera una banda de sonido, ¿esa banda de sonido cómo sería? El famoso pianista alemán Max Richter se hizo la misma pregunta y, ensayando una respuesta, compuso su obra magna Sleep: 8 horas y 204 movimientos para musicalizar el sueño. Pero lo más notorio es su modo de interpretación, en conciertos siempre nocturnos y multitudinarios donde el público no se sienta en butacas sino que se acuesta en catres y se lo invita a aquello que prohíbe la etiqueta de la música culta: dormir a pata suelta. Zzzzzzz. El documental Max Richter’s Sleep, que se acaba de estrenar en la plataforma Mubi, muestra qué pasa cuando cientos de desconocidos se entregan al placer extático del piano y duermen con extraños.

 

La obra maestra del músico Max Richter se pregunta: ¿cómo sería la banda de sonido del sueño?

 

“Escuchen como quieran, duerman como quieran”, indica Richter: “No hay reglas. Tal vez sea bueno que apaguen los celulares y disfruten del viaje. Nos veremos del otro lado”. Si es cierto que el sueño es una excursión al interior de nosotros mismos y, en tanto emisario del inconsciente, mucho más real que aquello que llamamos realidad, ¿puede influenciarse gracias a la música? Porque cuando dormimos no estamos ausentes, más bien todo lo contrario: lo más presentes que se puede estar. La película dirigida por la documentalista Natalie Johns pone el foco en el concierto celebrado al aire libre en el Grand Park de Los Angeles con piano, cuerdas, sintetizadores y una soprano que ejecutan sin descanso la pieza creada para ser escuchada mientras el público duerme: una canción de cuna de ocho horas. Recomiendo ver la película de noche, con las luces bajas y el ánimo dispuesto porque puede ser hipnótica y por momentos hasta somnífera, lo cual aquí es un elogio. Y es inevitable pensar que de algún modo dialoga con otra película también llamada Sleep, la que Andy Warhol filmó en 1964 y que a lo largo de sus cinco horas y media solo mostraba a un hombre durmiendo, algo tan desconcertante que todavía se recuerda la noche de su estreno, cuando un espectador enojado le gritó a la pantalla: “¡despierte!”.

 

Para Richter, uno de los compositores de bandas de sonido más reputados de esta época, la pieza Sleep, que tardó veinticinco años en escribir, tiene el poder de transportarnos al otro lado: el del sueño como territorio inexplorado de lo auténtico. “La música es mi tipo de vehículo para viajar por el mundo”, dice y mientras dormir sea la única manera de explorar ese planeta oculto, las multitudes que asisten a sus conciertos, bien cómodas y arropadas, se entregan a la promesa irresistible: confort y música para volar. 

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.