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Macho menos: la caída del hombre

Una tarde cualquiera, el artista inglés Grayson Perry anda en bicicleta por un sendero muy empinado que atraviesa un bosque y ve a un niño que pedalea con esfuerzo: el camino es demasiado difícil para él, no sabe cómo funcionan los cambios, pierde el equilibrio, llora y grita “¡papá, papá!”. El padre lo mira desde arriba: parece enojado. “He visto la cara de ese padre en mil campos de fútbol, en la puerta de mil escuelas”, escribe Perry en La caída del hombre, el ensayo que acaba de ser publicado acá: “Es una cara que dice ‘¡sé fuerte, no gimotees, sé un hombre!’”. La fábula ilustra una necesidad de la época: hay que replantear el concepto machista y antiguo de masculinidad tóxica y poner en marcha una idea diferente, una en que los padres ofrezcan otra cara a sus hijos porque, según Perry, la del ciclista “es la cara de quien deja en herencia la rabia y el dolor que entraña ser un hombre”.

El libro La caída del hombre se propone como “una guía pormenorizada para la necesaria actualización del sistema operativo de la masculinidad”.

 

A los 59 años, Perry es uno de los artistas plásticos más celebrados de Inglaterra: no solo por sus obras en cerámica, que aun con sus formas clásicas se refieren al abuso, el dolor o la muerte y que le valieron el Premio Turner, sino porque tiene un alter ego femenino. A veces se hace llamar Claire y se traviste como una matrona colorinche, de batón y rouge (para la bio: Perry no es gay, está casado con una psicóloga prestigiosa y tiene una hija; como al padre de la serie Transparent, simplemente le gusta vestirse de mujer). En La caída del hombre, un librito que se propone como “una guía pormenorizada para la necesaria actualización del sistema operativo de la masculinidad”, denuncia la fragilidad del macho, tildado en el orgullo absurdo, la cháchara hueca, los nudos de ira y una conciencia exagerada de los derechos propios. Pero a diferencia de otros textos sobre género, aquí no hay ataques contra el hombre actual. Su solución para el dilema no es suprimir la masculinidad sino hacer F5: instalar un nuevo modelo que renuncie a la necesidad de tener siempre el poder o la razón. 

Entre otras cosas, Perry propone la refundación del Ministerio de la Masculinidad, esa organización mental secreta tipo KGB o Stasi que garantiza que nadie se aparte del guion masculino dominante, para que ahora sancione un nuevo manifiesto del género y permita a los hombres ser más libres y menos previsibles: “Derecho a ser vulnerable. Derecho a ser débil. Derecho a cometer errores. Derecho a ser intuitivo. Derecho a no saber. Derecho a dudar. Derecho a ser flexible. Derecho a no avergonzarse de lo anterior”. Que sea ley: regístrese, comuníquese y archívese.

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.